martes, 4 de octubre de 2016

TRATAMIENTO DEL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO (TOC) CON PSICOANÁLISIS. DELIRIOS Y OBSESIONES ¿SON LO MISMO?



Seguimos trabajando el TOC para proporcionar a los pacientes toquianos el mejor tratamiento con Psicoanálisis.

El trastorno obsesivo compulsivo tiene una estructura complicada que hay que desentrañar en el curso del análisis pues todos los síntomas, ya sean negativos (prohibiciones, medidas preventivas y penitencias) o positivos (satisfacciones sustitutivas simbólicamente disfrazadas) del paciente toquiano tienen un sentido dentro de la vida psíquica de ese paciente. No hay dos pacientes toquianos iguales por lo que hay que hacer un análisis pormenorizado de cada paciente para poder desentrañar el sentido de sus síntomas.

En el presente artículo vamos a centrarnos en diferenciar los delirios y las obsesiones que a veces se confunden en los pacientes toquianos. De hecho en la psiquiatría la idea delirante aparece muy cercana a la idea obsesiva y la paranoia junto a la insania obsesiva en su calidad de psicosis intelectual. Podemos decir que ambas son una defensa frente a un conflicto psíquico. Sin embargo, los mecanismos de producción de estos síntomas y padecimientos son diferentes:

El delirio de la paranoia persigue el propósito de rechazar una idea intolerable para el yo mediante la proyección de su contenido al mundo exterior. La trasposición se realiza muy simplemente, puesto que se trata del abuso  de un mecanismo común en la vida normal: el mecanismo psíquico de trasposición o proyección. Cada vez que ocurre una modificación interna, podemos optar por atribuirla a una causa interna o a una causa externa. Si algo nos impide elegir el proceso endógeno, recurriremos al exógeno.
Por otra parte, estamos habituados a que nuestros estados internos queden expuestos a los demás (por la expresión de las emociones). Esto explica el delirio de observación normal y la proyección normal. Son, en efecto, normales, mientras permanezcamos conscientes de nuestra propia modificación interna. Pero, si la olvidamos, y solamente proyectamos en el exterior, tendremos la paranoia, con su exageración de lo que los demás saben de nosotros y de lo que nos han hecho: ¿Qué saben de nosotros, que ni nosotros mismos sabemos, que no podemos admitir? He aquí, pues, el abuso del mecanismo de proyección con fines defensivos [de rechazo].

En las obsesiones el mecanismo que se aplica fundamentalmente es el de la sustitución que es un mecanismo que también se aplica en la vida normal. Sin embargo es objeto de una aplicación abusiva por parte del sujeto al servicio de la defensa frente a sus propias tendencias agresivas indeseadas. De este modo se producen inhibiciones tales como prohibiciones, restricciones, etc. Pero además pueden formarse síntomas. La formación de síntomas triunfa cuando consigue amalgamar la prohibición con la satisfacción de una manera tal que lo que originalmente fue un mandamiento defensivo o una prohibición adquiere también la significación de una satisfacción, a cuyo efecto se utilizan con frecuencia caminos de enlace extraordinariamente artificiosos. En los casos extremos consigue el enfermo que la mayor parte de sus síntomas sumen a su significación primitiva la completamente contraria, manifestándose así el poderío de la ambivalencia, la cual desempeña, un papel de extraordinaria importancia en la neurosis obsesiva. En los casos menos complicados, el síntoma es de dos tiempos, o sea, que al acto que ejecuta cierto mandamiento sigue inmediatamente otro que suprime o deshace lo hecho, aunque no llegue a realizar lo contrario. En el TOC se mantiene una lucha constante contra lo reprimido; lucha que va haciéndose cada vez más desfavorable a las fuerzas represoras; y el yo y el superyó  toman parte importantísima en la formación de síntomas. El superyó se hace extraordinariamente áspero y severo, y el yo desarrolla, obedeciéndole, intensas formaciones reactivas en forma de hipermoralidad, compasión y limpieza excesivas.

Virginia Valdominos
Psicoanalista
Tfno. 91 125 77 47




miércoles, 16 de marzo de 2016

TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO -TOC-. SINTOMATOLOGÍA Y CAUSAS.

Como venimos trabajando en nuestros artículos y vídeos sobre TOC este trastorno es bastante invalidante, pudiendo llegar en los casos más graves a impedir al paciente toquiano a realizar actividades vitales como el amor o la creación.

En el presente artículo vamos a realizar un estudio acerca de cuáles son los principales síntomas que se ponen de manifiesto en el Trastorno Obsesivo Compulsivo, así como las inhibiciones habituales, a qué se deben y porqué se mantienen. Así mismo, hemos de explicar que los síntomas son sólo la cara visible del trastorno, ya que la causa del mismo, lo que lo produjo y lo sostiene, es inconsciente y por tanto, es sobre estos factores inconscientes de la personalidad del paciente toquiano sobre los que hay que trabajar para que los síntomas desaparezcan, no sin antes haberle aportado al paciente una estructura complementaria que le aporte la fortaleza y las herramientas para que no sea necesario enfermarse nuevamente.

En el TOC hay en juego un deseo sexual infantil sometido a una fuerte represión.

Como en toda estructura psíquica, los síntomas del TOC no son más que intentos de solución de un conflicto, un conflicto entre el yo y la libido que en su devenir produce (como vimos en un artículo anterior) una regresión a la fase sádico-anal de la constitución sexual humana y el fracaso de la represión del deseo se convierte en temor acechante. Ese choque entre la fuerza represora y el deseo que trata de expresarse produce continuos reproches transformados, obligaciones insensatas, prohibiciones absurdas, ideas ajenas al interés y penosos ceremoniales de actos que no brindan al paciente toquiano ningún placer.

Las restricciones y preceptos morales del neurótico obsesivo se desarrollan como forma de expiar sus crímenes fantaseados y de evitar la tentación de cometer nuevas faltas. Su delito consiste principalmente en padecer sentimientos hostiles, no puramente psíquicos, ya que tales tentaciones entrañan una parte de verdad histórica.

En el TOC, la represión primitiva del deseo sexual por la madre y la hostilidad hacia el padre, fundante del inconsciente, da paso a represiones secundarias que recaen sobre todo aquello que roza lo primordialmente reprimido. El impulso hostil hacia el padre también es libidinoso, apareciendo la ambivalencia característica del TOC, por regresión a la fase sádico-anal, donde el afecto sádico sustituye a la tendencia erótica.

En el paciente Toquiano la evolución del yo se anticipa a la evolución de la libido. El sujeto se ve obligado a la elección de objeto en un periodo en que la función sexual no ha alcanzado aún su forma definitiva dando lugar a una fijación en la fase sádico-anal. De este modo, desarrolla una supermoral para defender su amor frente a la acechante hostilidad. Al principio, la represión se realiza con éxito: la representación es rechazada y el afecto desaparece, creándose un producto sustitutivo por formación reactiva, una modificación del yo: se incrementa su conciencia moral. Posteriormente, debido a la relación de ambivalencia en la que se encuentra incluida el impulso sádico, la represión fracasa y se produce el retorno de lo reprimido.

El obsesivo se siente culpable por algo que desconoce, por algo no cometido, pero sí deseado: la muerte del Otro. La culpabilidad en el obsesivo se refiere a un goce consumado de manera imaginaria del cual se castiga sin llegar a la acción.

La influencia del impulso retornado se percibe como tentación, ante lo que nace la angustia que se apodera del proceso de represión en forma de angustia expectante, angustia social, angustia moral, escrúpulos y reproches que se asocian, por desplazamiento, a representaciones diferentes a la rechazada, habitualmente elementos nimios e indiferentes.

Para evitar el displacer asociado al fracaso de la represión del afecto, el neurótico obsesivo pone en marcha mecanismos de fuga, evitaciones y prohibiciones pero de manera inconsciente la idea continúa y los ceremoniales obsesivos se convierten en una interminable lucha por paralizar el impulso y evitar la acción. La renuncia a la satisfacción pulsional no es suficiente para la conciencia moral que, conectada con el Ello y conocedora de los deseos prohibidos del sujeto del inconsciente, se torna cada vez más exigente, llegando a ser tiránica.

El neurótico obsesivo teme y reprime el odio infantil que siente hacia el padre por deseo hacia la madre. La sobreestimación del poder de sus fantasías y actos mentales, la “omnipotencia de las ideas” y la creencia en la fuerza mágica de las palabras le llevan a sospechar que sus deseos se convertirán en realidad. El odio es rechazado a lo inconsciente desde donde sobredetermina el resto de funciones sin que la conciencia sepa nada de ello. Por reacción, el amor consciente, se intensifica en un esfuerzo por mantener reprimidos los impulsos hostiles.

El paciente toquiano se mantiene en perpetuo estado de indecisión a consecuencia de la inhibición del amor por el odio, cuando se propone realizar algún acto. Frente al amor intenso también existe un odio intenso que lo conduce a una parálisis parcial de la voluntad.  Duda de lo que para él debería ser lo más seguro, su propio amor, y si duda de esto cómo no difundir esta duda sobre todo lo demás, desplazándose sobre las cuestiones más nimias e indiferentes.

La obsesión constituye una tentativa de compensar la duda y rectificar el insoportable estado de inhibición. La intensa actividad mental queda sexualizada y la inmersión en un laberinto de pensamientos que se anulan unos a otros, agota al enfermo. Las acciones obsesivas suponen una resolución de los dos impulsos contrapuestos mediante la formación de productos transaccionales que en ocasiones recuerdan a las conductas onanistas.

Con el desarrollo de la sintomatología el paciente toquiano intenta protegerse frente  a sus deseos hostiles.

Cuando comienza su psicoanálisis pueden pasarle otras cosas.

Virginia Valdominos
Psicoanalista de la Escuela Grupo Cero.
Tfno. 91.1257747



jueves, 3 de marzo de 2016

EL YO EN EL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO TOC

EL YO EN EL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO -TOC-

Las inhibiciones y síntomas propios del Trastorno Obsesivo Compulsivo se producen como consecuencia de la acción y efecto de fuerzas psíquicas enfrentadas en el paciente.

Por una parte están los deseos reprimidos que forma parte del Ello, que pulsan por expresarse y que tienen que ver con tendencias infantiles inapropiadas.

Por otra parte encontramos al YO (que tiene que conciliar todas las tendencias del aparato psíquico provenientes del Ello, de la realidad y también de la conciencia moral o Superyo) que cuando una tendencia inapropiada está por expresarse, advierte que la satisfacción de esta exigencia libidinosa proveniente del Ello provocaría una situación peligrosa.

El yo anticipa la satisfacción del impulso instintivo sospechoso y le permite reproducir las sensaciones displacientes de la situación peligrosa temida, entra en juego el automatismo del placer-displacer que da lugar a un afecto displacentero que es la ANGUSTIA que da la señal de que esa tendencia libidinal ha de ser reprimida.

Cuando es un Yo fuerte lleva a cabo la represión de la tendencia peligrosa, pero cuando el Yo es débil, como sucede en el TOC, el Yo puede reaccionar de varias maneras:

-         - El acceso de angustia se desarrolla plenamente.

-       - El yo pone, una carga contraria a la carga que trata de expresarse, y la confluencia de ambas fuerzas da lugar a la producción de síntomas.
-         
Los síntomas y rituales del paciente Toquiano son para evitar el desarrollo de la angustia de tal forma que si le quitamos el síntoma o el ritual se produce en él angustia.

Cuando en la tarea analítica intentamos aportar ayuda al yo en su lucha contra el síntoma, la resistencia muestra que existe una labor conciliadora entre el yo y el síntoma, que es difícil desatar porque el yo tiende a incorporar al síntoma o modificarse de acuerdo con el mismo.

Por su parte, las tendencias inadecuadas del Ello experimentan una modificación de la libido a estadios anteriores de la constitución psicosexual, a la fase sádico anal (como hemos explicado en anteriores artículos publicados en este blog y que puedes consultar para una mayor inteligencia del fenómeno).

En otro artículo explicaremos cuál es el papel del Superyo en el mantenimiento de los síntomas del TOC.


Virginia Valdominos
Psicoanalista de la Escuela Grupo Cero
Tfno. 911257747 Móvil. 664222008
Email. virginia.valdominos@gmail.com
Web. www.virginiavaldominos.com



miércoles, 24 de febrero de 2016

TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO TOC Y SADISMO – MASOQUISMO

El análisis de cientos de casos de pacientes toquianos nos ha revelado que la relación entre el amor y el odio es uno de los caracteres más frecuentes y manifiestos en el TOC, y en consecuencia, uno de los más importantes.

En el caso de odio inconsciente que hemos investigado se demuestra que el componente sádico del amor tiene una intensidad muy elevada por lo que ha sido reprimido de una forma muy prematura y fundamental. De esta forma el TOC se deriva de dos factores: Por un lado del amor consciente intensificado por reacción y por el otro del sadismo que continúa actuando en lo inconsciente en calidad de odio.

En el 'Simposium' dice Sócrates Alcibíades: 'Hace mucho que he deseado que él estuviera muerto; sin embargo, sé que estaría mucho más apenado que feliz si él fuese a morir: es así como no sé que decir'.

Frente a un amor intenso se alza un odio casi tan intenso como el amor. Como resultado se produce una parálisis parcial de la voluntad en todos aquellos actos que están movidos por el amor. Se produce así, una indecisión que se va extendiendo paulatinamente a toda la actividad del sujeto. Y queda instaurado el régimen de la obsesión y de la duda.

La duda se produce por la percepción interna de la indecisión que se apodera del enfermo de TOC como consecuencia de la inhibición del amor por el odio en cuanto se propone realizar algún acto. Duda en realidad de su propio amor que debería ser para él lo más seguro y esta duda se extiende sobre todo lo demás, preferentemente sobre lo más nimio e indiferente. Aquel que duda de su amor tiene que dudar de todo lo demás que es menos importante que su amor. Esta duda es la que provoca la inseguridad del paciente y le lleva a repetir una y otra vez sus medidas de protección, para desvanecerla. Hablaremos en otro capítulo de la duda en el TOC. Vamos a continuar ahora con el sadismo y la ambivalencia amor-odio.

En el estudio de los casos de pacientes toquianos observamos además que en el sadismo mantienen una identificación con el padre y en el masoquismo una elección del padre como objeto sexual. Llegando a transformar algunos de ellos ese masoquismo con respecto al padre en una actividad femenina para con él, o sea en homosexualidad, por eso observamos en algunos pacientes toquianos un gran temor a ser homosexuales (algo que estudiaremos en próximos capítulos) cuando efectivamente no lo son, observando en ellos una homosexualidad en su inconsciente que convive con una virilidad narcisista disociada.

En el TOC es característico un cambio de orientación del sadismo (que siempre es hacia otra persona, generalmente el padre que le separa del amor de la madre) hacia la propia persona, convirtiéndose en una especie de masoquismo. Esto queda explicado porque las pulsiones sexuales (que son los instintos sexuales en los humanos donde todo está pervertido por la palabra, por el hecho de ser hablantes) pueden experimentar un cambio de destino. Como es el caso del par antitético sadismo-masoquismo:

  • a)     El sadismo es la violencia ejercida contra otra persona elegida como objeto.
  • b)      Este objeto es abandonado y sustituido por la propia persona del sujeto. Cambia de ser sujeto activo a ser sujeto pasivo del impulso sádico.
  • c)       Busca una nueva persona que pueda ejercer el papel de sujeto. Que ejerza la violencia contra él/ella. Es lo que llamamos masoquismo.


En el caso del TOC, la pasividad es con respecto a la propia persona, no hay un tercero que ejerza el papel de sujeto sino que es el propio paciente toquiano el que ejerce el papel de sujeto y objeto del instinto sádico. La transformación no llega más que hasta la fase b). El deseo de atormentar se convierte en autotormento y autocastigo, no en masoquismo.

Por último resaltaremos que a diferencia del melancólico el paciente con Trastorno Obsesivo Compulsivo está protegido frente al suicidio porque mantiene el objeto odiado (no lo introyecta, no se confunde con él como le pasa al melancólico), que generalmente es el padre o una figura sustitutiva (en otro capítulo estudiaremos el complejo de Edipo en el TOC). Por lo que el componente destructor del superyó vuelto contra el yo, no llevan hasta la muerte, se quedan en los reproches atormentadores y penosos de la conciencia moral, los impulsos eróticos se convierten en impulsos agresivos y goza con la excitación sexual concomitante.

Con lo que goza el paciente toquiano no es con el dolor sino con la excitación sexual concomitante al autotormento y al autocastigo.

Gracias.


Continuamos la próxima.

jueves, 18 de febrero de 2016

TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO TOC Y EROTISMO ANAL





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martes, 16 de febrero de 2016

TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO, TOC, Y EROTISMO ANAL

Hola, bienvenidos a la Consulta de Psicoanálisis de Virginia Valdominos. Hoy vamos a hablar del erotismo anal y su relación con el Trastorno Obsesivo Compulsivo o TOC y con algunos rasgos de carácter de la personalidad.

Los analistas comparten unánimemente, y hace ya mucho tiempo, la opinión de que los múltiples impulsos instintivos reunidos bajo el nombre de erotismo anal integran extremada importancia para la conformación de la vida sexual y de la actividad anímica en general.

Los instintos sexuales humanos son complejos, los denominamos pulsiones, Y son complejos porque están formados por diferentes componentes: la boca, el ano, los genitales, a las que llamamos zonas erógenas.
El Dr. Sigmund Freud descubrió las fases del desarrollo libidinal o psicosexual en el ser humano que se diferenciaban unas de otras por la primacía de unas zonas erógenas sobre otras. Una de estas fases es la anal, que coincide en el tiempo con la capacidad del niño para retener y expulsar las heces y el control de esfínteres anales y la constitución en la vida psíquica de algunos rasgos de carácter y de la personalidad adulta que serán más o menos acentuados en función de su fijación o la regresión a esta fase del desarrollo libidinal.

Durante la fase anal, el niño juega con sus heces, no siente asco por la suciedad, pero después en el periodo de latencia, periodo donde se producen los “anticuerpos de la vida anímica”: el pudor, la repugnancia y la moral, se reprimen esas tendencias infantiles.

Una de las manifestaciones más importantes del erotismo anal se nos ofrece en la valoración personal del dinero valiosa materia que en el curso de la vida ha atraído a sí el interés psíquico primitivamente orientado hacia el excremento, o sea hacia el producto de la zona anal. Se hallan así relacionados el amor al dinero y la defecación. La significación más temprana del excremento es la de regalo. El niño no conoce más dinero que el del regalo, ni propio, ni ganado, ni heredado. Y como la caca es su primer regalo transfiere el interés por esta materia a otras que le salen al paso en la vida. El estreñimiento estaría del lado de la avaricia y la diarrea, del lado del despilfarro.  La minuciosidad y la obstinación  también reciben de las fuentes anales importantes aportaciones.

El sadismo y el erotismo anal también están muy relacionados.

Para lo inconsciente hay elementos que pueden considerarse equivalentes o intercambiables que son: excremento, dinero, regalo, niño y pene.

La defecación se le plantea al niño como una primera decisión entre un amor narcisista y el amor a un objeto. Cuando expulsa lo hace como sacrificio al amor y cuando lo retiene lo hace como una satisfacción autoerótica y como una afirmación de la voluntad personal. Esta segunda conducta se va a constituir como obstinación y desafío.

El importantísimo papel que los impulsos de odio y erotismo anal desempeñan en la sintomatología del Trastorno Obsesivo Compulsivo ha sido observado por muchos investigadores (en nuestro próximos artículos profundizaremos en el sadismo en el TOC).

Los instintos parciales sádico-anales han vuelto a arrogarse en el TOC la representación de los instintos genitales, a los que precedieron en la evolución.

Como ejemplo expondremos el caso de una paciente cuya vida sexual comenzó en la más tierna edad infantil con fantasías sádicas de flagelación. Después de la represión de estas fantasías se inició un período de latencia que se prolongó más de lo corriente y en el cual alcanzó la muchacha un alto desarrollo moral sin que despertase en ella la sensibilidad sexual femenina. Con su temprano matrimonio se inició para ella un período de actividad sexual normal, felizmente prolongado a través de una serie de años, hasta que la primera gran privación (el conocimiento de que su marido no podría darle hijos) trajo consigo la neurosis histérica. La subsiguiente desvalorización de su vida genital provocó la regresión de su vida sexual a la fase infantil del sadismo. En estos otros casos, una vez establecida la organización sexual que contiene la disposición a la neurosis obsesiva, no es ya superada jamás; en nuestro caso ha sido sustituida por la fase evolutiva superior y vuelta luego a activar, por regresión, desde esta última.

Además de resaltar la primacía del sadismo y del erotismo anal en el TOC  debemos atender en próximos capítulos la importancia  del instinto de saber tan llamativo en el TOC, siendo en el fondo, un aspecto sublimado y elevado a lo intelectual del instinto de dominio. Su repulsa en la forma de la duda ocupa en el TOC un importante lugar. Que estudiaremos en próximos capítulos.


Otro aspecto muy importante del TOC a tener en cuenta es la fase de la evolución del yo, en la que surge la fijación, tanto como la de la evolución de la libido. Por ahora nos hemos centrado en esta segunda pero también vamos a estudiar los estadios evolutivos de los instintos del yo ya que el yo juega un importante papel en la represión de las tendencias infantiles y parece que una anticipación temporal de la evolución del yo a la evolución de la libido supone una disposición al TOC. Porque obliga a una elección del objeto en un período en que la función sexual no ha alcanzado aún su forma definitiva, dando así origen a una fijación en la fase del orden sexual pregenital.  Por eso los pacientes Toquianos han desarrollado una supermoral para defender su amor al objeto amado contra la hostilidad acechante detrás de él, ya que el odio es precursor del amor. 

Virginia Valdominos Pastor
Psicoanalista
Tfno. 664222008
Email. virginia.valdominos@gmail.com

lunes, 15 de febrero de 2016

TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO TOC. TRATAMIENTO CON PSICOANÁLISIS.

TRATAMIENTO DEL TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO CON PSICOANÁLISIS.

Ceremoniales, rituales, actos obsesivos, angustia, inhibiciones, castigos, limitación de las actividades de la vida cotidiana, minuciosidad excesiva, pulcritud, limpieza, temor homosexual. Son algunos de los síntomas típicos del Trastorno Obsesivo Compulsivo o TOC.

La investigación psicoanalítica demuestra que los actos y pensamientos obsesivos ocultan  la represión de ciertas tendencias infantiles a realizar determinados tipos de actos no deseados, generalmente hostiles hacia personas queridas o hacia las que se mantiene una gran ambivalencia. Estas tendencias son percibidas por la conciencia lo que hace nacer la angustia.

Los actos ceremoniales y los obsesivos nacen como protección ante la angustia por la tentación e impulsos hostiles, pero como protección fallida porque son necesarios continuos esfuerzos psíquicos para equilibrar la presión constante de las tendencias infantiles.

El Tratamiento psicoanalítico cura a los pacientes toquianos. Contamos con gran número de casos de éxito en España, Europa y Latinoamérica. 

Si quieres curarte de tu TOC y volver a recuperar tu felicidad comienza tu psicoanálisis.